sábado, 19 de enero de 2008

Bobby Fischer y algunos mitos

Tal vez muchos crean que no sea el momento adecuado, pero quiero tocar algunos mitos acerca de Robert James Fischer como ajedrecista, particularmente los referidos a cómo el, solo y sin ayuda, habría doblegado a toda la maquinaria soviética de ajedrez.

En realidad, Fischer contó con bastante apoyo para crecer como ajedrecista: la Pepsi Cola le organizó un match contra el filipino Cardoso en 1957 (Quinto lugar en el campeonato mundial juvenil de ese mismo año, ganado por Lombardy, y el mismo que derrotó sorpresivamente en el interzonal de Portoroz del año siguiente a Bronstein y lo eliminó del torneo de Candidatos de Curazao 1959). También le organizaron otro match, contra un excampeón mundial, Max Euwe, y finalmente viajó a Moscú con todos los gastos pagados para jugar contra durísimos maestros soviéticos. No niego que haya trabajado solo más que otros campeones mundiales de la época de posguerra, pero habría que preguntarse qué jugador mexicano puede presumir de semejante apoyo: dos matches (uno a dos partidas contra un excampeón mundial) y un viaje a Moscú, que en aquella época era el centro del ajedrez mundial, con todo pagado, únicamente para jugar ajedrez.

También hay que mencionar cómo la federación estadunidense de ajedrez sobornó a Benko en 1970 para que le cediera a Fischer su lugar en el interzonal de Palma de Mallorca de ese año. Fischer ni siquiera había jugado el último campeonato estadunidense (que tenía status de torneo zonal), por lo que, en realidad, si Benko no podía jugar el interzonal el boleto debió haber ido al siguiente clasificado.

Finalmente, Euwe, entonces presidente de la FIDE, pasó un par de veces sobre el reglamento oficial para salvar el match de Reykjavik entre Spasski y Fischer. Y como la cereza del pastel, el banquero británico Jim Slater dobló el premio, para estimular a Fischer a por fin sentarse a jugar. Nada más ni nada menos.

Esto en lo que a Fischer respecta. En cuanto Spasski, la contraparte de la falsa oposición "héroe solitario contra representante de la maquinaria soviética", también encotramos más de un mito. Spasski nunca fue en realidad un favorito del sistema, como Botvinnik, ni un convencido del mismo, como Geller. Tenía rasgos de disidente, que se manifestaban en la gran cantidad de chistes y sátiras sobre Lenin, Stalin y la Revolución de Octubre que sabe y contaba frecuentemente cuando hacerlo era, digámoslo así, mal visto por las autoridades. También es un gran imitador, y gustaba de parodiar a Stalin, Jruschov, Brézhnev y otros miembros importantes del partido comunista soviético. No tenía buenas relaciones con el mismo Geller, a quien sin embargo le enjaretaron porque éste último tenía un puntaje favorable contra Fischer. El gran defecto de Geller como segundo era que, siendo un jugador fortísimo y un gran analista, tenía ambiciones al título mundial, además de terco. Analizaba no para ayudar a su protegido, sino para demostrar que él, Geller, tenía razón. Muchas veces estudiaba lo que era de su interés e intentaba que su pupilo lo jugara, en lugar de analizar las líneas preferidas por su patrón.

Hay que mencionar, además, que Spasski es un perezoso confeso y simplemente no se preparó para jugar contra Fischer, hacia quien experimentaba simpatía personal. Kárpov recuerda cómo fue enviado por la federación soviética, junto con Korchnoi, a visitar la concentración de Spasski semanas antes del match de Reykjavik, pues corrían rumores de que no todo marchaba según lo planeado. Fueron enviados ellos dos por ser la joven esperanza del ajedrez soviético uno y un durísimo rival para Fischer el otro (Korchnoi y Fischer quedaron igualados en sus enfrentamientos). Lo que encontraron, cuenta Kárpov, fue música, vodka y barajas. Creo recordar, aunque no estoy seguro, de que también enumera "mujeres" en esta lista. En fin, Kárpov por fin convence a Spasski de jugar una partida de entrenamiento. Fue una española cerrada, variante Breyer (no recuerdo quién llevaba blancas y no encuentro el artículo en el que se describen los sucesos). Esto es más o menos lo que recuerda Kárpov: "llegué a una posición absolutamente ganada, por lo que me relajé y cometí un error increíble que me costó la partida. Spasski inmadiatamente afirmó 'ven, no hay problema; estoy en forma, así que ya déjenme en paz'. Después de eso fue imposible volverlo a obligar a entrenar en serio". En pocas palabras: si Spasski no quería dejarse "ayudar" ni por Geller, ni Kárpov ni por el sistema soviético, nada pudo haberle obligado a ello.

La visión simplificada e incluso romantizada del solitario héroe que derrota las fuerzas enemigas es producto inexorable de la guerra fría. Ahora, cuando uno de los protagnistas ha muerto, el otro se encuentra retirado y el contexto mismo ha desaparecido, tal vez sea momento de lanzar una mirada fresca a esos acontecimientos.

No quiero ser malinterpetado, así que aclaro: Fischer fue, como ajedrecista, un gran jugador de ajedrez y no pretendo restar mérito a sus logros. Como persona, fue devorado por sus propios demonios y nunca pudo ni quiso buscar ni aceptar ayuda. Puede tenérsele compasión y simpatía, pero difícilmente mueve a admiración.

viernes, 18 de enero de 2008

Habría muerto Robert James Fischer

Es exactamente la una de la tarde del viernes 18 de enero. Acabo de escuchar en el radio que Fischer ha muerto. Según la nota radial, basada en información de la radio y televisión islandesas, Fischer acaba de morir. La noticia acaba de ser levantada por chessbase.