lunes, 19 de mayo de 2008

Carnaval

Febrero es mes de destrampe en las regiones católicas de Alemania, particularmente en la cuenca del Rin, donde hay personas que durante meses se preparan para la fiesta. Hay desfiles, música, comida, disfraces y, por supuesto, ríos de cerveza.

El clima impone sus condiciones y el carnaval en Alemania no alcanza la exhuberancia de los carnavales latinoamericanos. Febrero puede ser bastante frío y hay pocas horas de luz solar. Entre los carnavales más famosos de este país se cuenta el de Colonia, acá en Renania del Norte-Westfalia. Como la ciudad está a unos 35 kilómetros de Bonn, la excapital alemana es prácticamente una sucursal de esa bacanal.

La gente ama u odia el carnaval: muchos encuentran el ambiente festivo forzado y artificial y piden sus días de vacaciones para salir de la ciudad y huir de la música a todas horas, de las canciones simplotas y de las hordas disfrazados. Otros empiezan a confeccionar sus disfraces y trajes desde agosto o septiembre, organizan guateques y componen cancioncillas o versos burlones sobre los sucesos del año en curso y se reúnen para ensayarlas con sus grupos de cuates. En fin, para muchos es uno de los eventos más importantes del año y lo esperan con impaciencia durante meses.

Como no somos muy fiesteros que digamos, este año nos limitamos a presenciar el desfile de nuestro barrio, Graurheindorf. Los vecinos salen disfrazados de lo que sea a la calle, toman cerveza o vino desde temprano y cantan canciones absurdas: hay una que prácticamente no dice otra cosa que "die Vögelein, die Vögelein der Titicaca See" ("Los pajarirtos, los pajaritos del lago Titicaca").

Algunas fotos del carnaval:















Una carreola para trillizos. No se ve todos los días. En segundo plano, niños disfrazados de personajes de cuento, como Pippi Mediaslargas.
















Una vecina desconocida, e irreconocible, disfrazada de Obelix. Al fondo, otros vecinos disfrazados de quién sabe qué.
















Un señor vestido de abejota bailotea con la música que sale de casi todas las ventanas. El niño en primer plano, al centro de la foto, está disfrazado de Papa. Toda una tentación para los sarcasmos.















Una pareja, ya mayor, consideró que todavía anda para semejantes trotes.
















Los vecinos de como cuatro casas de acá, tomando cerveza desde temprano.





















Un disfraz excelente, muy posiblemente de manufactura propia. Llamaba la atención por su calidad, aunque para muchos pasó inadvertido entre la explosión de colores de los demás trajes carnavaleros.

















Esto es ya parte del desfile del pueblo. Todos los participantes regalan y avientan dulces al público.





















Un soldado napoleónico con dos bolsas repletas de ducles. El disfraz más usado es, precisamente, el de soldado francés. Parece ser que cuando esta parte de lo que ahora es Alemania estaba ocupada por Napoleón, la población podía desahogarse durante el carnaval burlándose de los invasores. Antes y después del carnaval, todos disciplinaditos.





















Un "mexicano".
















Todavía hace frío. Por eso las chavas llevan medias tan gruesas y bufanda.
















Desde chiquitos empiezan. Con razón...