miércoles, 12 de enero de 2011

AMLO y los fraudes de 1988 y 2006 desde la perspectiva de Manuel J. Clouthier y de Diego Fernández de Ceballos

A pesar de que para muchos las elecciones presidenciales de 2006 son un asunto del que ya se ha dicho todo lo que había que decirse, la polarización que se produjo durante la campaña sigue vigente y activa en el país. Es más, fue reavivada por declaraciones recientes tanto del presidente del país durante la campaña y las elecciones, Vicente Fox, como por su sucesor en el cargo y entonces candidato de su partido, Felipe Calderón.

Así, el primero declaró que cargó los dados contra Andrés Manuel López Obrador y que ello "representó un triunfo para mí" (por ejemplo, notas en Milenio y Proceso), mientras el segundo reiteró lo que fue uno de los motivos más controvertidos y discutibles de su campaña electoral: que López Obrador representa un peligro para México (nota en El Universal).

Más allá de que Fox parece no tener las luces suficientes para entender que se ha destapado com un delincuente electoral y que un proceso electoral legítimo debe por fuerza ser equitativo, me concentraré en dos argumentos frecuentes entre quienes consideran que López Obrador es y era, en efecto, un peligro para México y que defienden esta suerte de "fraude patriótico".

El primer argumento se refiere al carácter supuestamente violento o amenazante de la campaña perrredista en 2006. El segundo, a las ansias irrefrenables de poder que habrían llevado a López Obrador a autoproclamarse presidente legítimo luego de la consumación del fraude electoral. No sale de sobra subrayar que la enorme mayoría de las personas con las que he discutido y que incluyen estas dos ideas en su arsenal argumentativo contra Andrés Manuel López votaron en 2006 por el candidato del PAN, que oficialmente ganó las elecciones, y en general simpatizan con este partido.

Pasemos al primer argumento, el del sesgo violento y rijoso de la campaña de López Obrador. Con motivo del secuestro y posterior liberación (asunto por demás turbio) de Diego Fernández de Ceballos, el semanario Milenio, que está lejos de simpatizar con el PRD, publicó una semblanza de este personaje. En este texto, que vale la pena leer, pueden encontrarse algunas citas que no tienen desperdicio para las discusiones sobre las elecciones de 2006 aunque se hayan declarado en la campaña de 1994, en la que el candidato del PAN era precisamente Diego Fernández.

la primera cita es de una declaración de Fernández de ceballos en junio de 1994: “La legalidad de la elección no se decide el 21 de agosto, sino que es un proceso. No será suficiente que el día de la elección no haya heridos, muertos ni urnas robadas, ya que si de aquí a la elección no tenemos las bases elementales de equidad, justicia, legalidad y apertura, no vamos a aceptar los resultados”. En pocas palabras: si las elecciones no eran justas y equitativas, el PAN no aceptaría los resultados. Por supuesto, tampoco aceptaría ningún "haiga sido como haiga sido".

Otra declaración de Diego Fernández de Ceballos durante su campaña electoral de 1994: “Si no podemos hacer un México democrático, esto acabará como un México con sangre, como sucede en Chiapas”. Podría decirse que Diego amenazaba con que el país se saldría de cauce si el proceso electoral carecía de equidad y justicia, pues eso representaría el fracaso de la pretendida democracia en el país.

Pero la más interesante es la más corta: “Si falla el camino de la ley, no quedará otro camino más que el de las armas”. Más claro, ni el agua.

A López Obrador sólo le pueden restregar en cara dos frases: "Al diablo con las instituciones" y "Cállate, chachalaca". Si estas dos frases lo convierten en un peligro para México, entonces qué es Diego Fernández, quien abiertamente invocó la violencia armada.

Pasemos ahora al segundo argumento, referente al hambre de poder e incluso falta de sentido del ridículo que demostraría Andrés Manuel López Obrador al haberse autoproclamado presidente legítimo. En ese mismo texto de Milenio Semanal aparece una fotografía con Manuel J. Clouthier, candidato panista a la presidencia en 1988, rindiendo protesta junto con su" gabinete legítimo". En aquella elección, ganada oficialmente por el PRI (48.93 por ciento de los votos contabilizados), el PAN quedó en tercer lugar (16.20 por ciento), detrás de la coalición que postuló a Cuauhtémoc Cárdenas (29.51 por ciento). Veamos, Manuel Clouthier, quien a pesar de tener tres veces menos votos que el PRI y de ser el tercer lugar, se autoproclama presidente legítimo, es un mártir de la democracia para los panistas. Pero López Obrador, que oficialmente perdió las elecciones por 56 centésimas de punto (35.33 frente a 35.89 de Calderón Hinojosa), debe considerrse un peligro para México.

Ah, y para cerrar: en la foto de Clouthier y su gabinetazo se identifica rindiendo protesta, además del propio Clouthier, expresamente a Vicente Fox y a Diego Fernández de Ceballos. No se le menciona, pero creo reconocer a Jesús González Schmal. Finalmente, la señora que también rinde protesta parece ser María Elena Álvarez de Vicencio. No aparece en la foto, pero sé que el mentor político de Calderón Hinojosa, Carlos Castillo Peraza, tambié figuró en ese gabinete alterno.

En otras palabras, la plana mayor del PAN - Fox, Fernández de Ceballos, Castillo Peraza (padrino y mentor político de Calderón Hinojosa) - figuró en el gabinete alternativo (así lo llamaron) de un candidato que quedó en tercer lugar, con tres veces menos votos que el triunfador. Y nada, el PAN muy orgulloso de la lucha de Manuel J. Clouthier, aunque luego el partido haya iniciado con el PRI las ya legendarias concertacesiones, sin olvidar que fue Diego Fernández de Ceballos, secretario de gobernación (encargado de política interior, lo llamaron) del gabinete alternativo de Clouthier, quien orquestó y defendió desde la tribuna legislativa la quema de urnas para borrar toda evidencia del fraude contra el cual luchó su presidente legítimo, Manuel J. Clouthier.

Ah, pero eso sí: en cuanto López Obrador toma la misma medida, es acusado de tener un hambre de poder desmedida y de carecer de sentido del ridículo. Por favor...

Eso es todo.