sábado, 9 de diciembre de 2006

Inseguridades y cáteteres

Estoy rompiéndome la cabeza con la introducción de mi tesis doctoral, que debí haber terminado hace aproximadamente... año y medio. Trabajo también en los dos siguientes capítulos, pero quisiera ya dar por cerrada de una buena vez por todas la introducción. Ya tengo todo masticadito y resuelto, pero tengo dos problemas bastante tremebundos:

a) Me llega la idea de que lo que digo no le interesa a nadie, porque si lo que digo fuera interesante, ya habría sido dicho hace muchos muchos años. Me parece que me dedico, en realidad, a profundizar en bagatelas y especulaciones sólo posibles en quien se quiere trepar (o se ha trepado ya) a una torre de marfil.

b) Me tardo mucho, porque escribo en alemán y es un idioma canijo, la verdad. Y lo peor es que la historia es una narración de lo que pasó, por qué pasó y qué pasó después de lo que pasó (no hablo de esa mafufada de la filosofía de la historia, sino del análisis de causas, motivos y consecuencias de un evento concreto). Y cuando narras historias (¿cuando historias narrativas?) hay que hacerlo de manera interesante y atractiva, no nada más formular secuencias de frases escuetas con sujeto-verbo-predicado-punto, sujeto-verbo-predicado-punto, etcétera. El estlio puede y debe ser casi literario. Quien haya leído a Eric Hobsbawm, por ejemplo, sabrá a qué me refiero. Y hacer metáforas, trazar paralelismos, hacer juegos de palabras se me complica horrores en alemán. Para qué me hago sope: no domino este idioma.

En una ocasión dediqué como hora y media a una metáfora de medio renglón. Al final estaba yo exultante, y cómo no habría de estarlo: ¡mi primera metáfora en alemán!. Orgulloso y contentote, se la enseñé a mi esposa (cuyo idioma materno sí es el alemán). La leyó, me miró y dijo: "está feísima. ¿Quieres que te corrija el párrafo? Tú dime qué quieres decir y yo lo escribo". Zaz. El gozo se me fue a los talones y adiós metáfora, adiós hora y media invertidas, adiós ánimo. Después hube de aceptar que Jeanne tenía razón: la metáfora era entre la iglesia ortodoxa y un cáteter.

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