martes, 23 de enero de 2007

Portales de ajedrez

Seguramente hay muchos portales dedicados al ajedrez (sería excelente escribir "...al juego ciencia", pero no se me torcieron los dedos para teclear ese sobadísimo lugar común. Qué lástima). Seguramente, decíamos, hay muchos portales dedicados al ajedrez, y estamos condenados a únicamente consultar y disfrutar los escritos en nuestro idioma materno y, a lo más, en otras dos o tres lenguas. Es como para poner los pelos de punta el hecho de que se nos pasan de noche mil y un notas interesantísimas sin duda publicadas en portales o blogs chinos, húngaros o checos, por ejemplo.

Es frecuente también que los más conocidos lo sean no tanto por su calidad sino porque son escritos en idiomas con gran número de hablantes, maternos o no. Como correlato, hay muchos sitios escritos en idiomas menos usuales y que pasan inadvertidos, no obstante su gran calidad. Lo mismo sucede con las revistas. La revista holandesa New In Chess no es mala, pero ha tenido algunos números bastante flojos. Es editada en inglés, con lo que amplía su público objetivo en manera significativa. Pero, como ya dije, a veces es bastante floja. Me gusta más la revista rusa 64-Shájmatnoe Obozrénie (64-Reseña Ajedrecística). No obstante, como está redactada en ruso, muy pocos mexicanos pueden aprovecharla.

Algo similar pasa con los portales de ajedrez. Conozco bien dos portales rusos: www.chesspro.ru y www.crestbook.com El primero fue fundado por un tipo que es conocido sólo por su nombre de pila, Artur, y que modera el foro bajo el curioso pseudónimo de chemodan ("maleta" en ruso). Además de los reportajes (los del maestro internacional Iliá Odesski son de antología, por ejemplo) y análisis de las partidas de cuanto torneo importante se juega en Rusia o en el mundo, la joya de la corona eran los análisis en directo del gran maestro Serguéi Shípov, que son excelentes. Al parecer hubo problemas entre Shípov y Artur, porque el primero abandonó el portal y fundó (o cofundó) www.crestbook.com. Sin embargo, los análisis en vivo de los maestros internacionals Maxím Notkin y Andréi Deviátkin, o de los grandes maestros Konstantín Landa o Alexéi Korotyliov en www.chesspro.ru son de gran calidad. Este último además maneja una mezcla muy sabrosa y espesa de humor negro e ironía en sus comentarios.

El flanco débil de www.chesspro: los reportajes del incomprensiblemente famoso periodista de ajedrez Yuri Vasíliev. Tiene una gran experiencia y se nota (ya cubría campeonatos soviéticos desde los setenta, y era amigo de Tal y Bronstein, por ejemplo), pero, lisa y llanamente, no es un buen periodista. Tiene temas que le obsesionan (como el escalafón mundial); es sexista (los ajedrecistas pueden ser geniales, o duros, o veteranos, o prometedores, o tácticos, o estratégicos, etc., pero las ajedrecistas son guapas - bonitas - o no); perdió independencia voluntariamente (era el mayor propagandista de Iliumzhínov durante la última campaña para la elección en la Fide) y nacionalista (defiende todo lo ruso, la iglesia ortodoxa como fe rusa asomó en un par de artículos suyos).

Pero lo peor de todo, lo que es el acabóse para todo periodista que se respete y precie de serlo, es que este tipo es el protagonista de sus propiso reportajes: "Yo", "fui a...", "regresé de...", "le pregunté que...", "le sugerí que...", "decidí que...", "creo que...", "estoy seguro de que...", así ad nauseam. Nos enteramos de que él, Yuri Vasíliev, le dijo una broma o una agudeza a Krámnik, que fue a cenar con Topalov y con Danailov, que le dio frío y mejor se fue al hotel a ver las partidas por internet (¿pues para qué chingaos va a Wijk aan Zee entonces?), pero que regresó a la sala de prensa del torneo porque... ¡tuvo una corazonada! Que no mame. Pero lo más desagradable son los comentarios irónicos que ha hecho sobre los periodistas mexicanos que fueron a Linares. Siempre sacó a colación la tonalidad de la tez de los periodistas nacionales (mexicanos puesn) que cubrieron la segunda mitad del torneo Morelia-Linares. Siempre anteponía el adjetivo "moreno" al sustantivo "periodista", al que volvía a calificar con el gentilicio "mexicano". Resultado: "los morenos periodistas mexicanos sonrieron y...", los "morenos periodistas empezaron a anotar quién sabe qué cosas en sus libretas...". Muy desagradable. Incluso si pretendió ser simpático de alguna incomprensible manera, tanta insistencia en tonalidades dermatológcias es sospechosa.

Shípov continúa sus memorables análisis, pero ahora en la nueva página, www.crestbook.com de marras. La página no se actualiza tan frecuentemente como la de www.chesspro.ru, pero también es muy buena. Shípov, aparte de ser un ajedrecista de alta escuela (fue compañero de clases de Evguéni Baréiev y creo que de Smbat Lputian en un internado deportivo con una clase especializada en ajedrez), maneja muy bien los programas ajedrecísticos y por eso siempre respalda muy bien sus análisis en vivo. Además su manejo del idioma es, como en el caso de Korotyliov, también suelto y entretenido, pero menos ácido y sarcástico y con más tendencia a emplear dichos y refranes del habla popular (que no vulgar o siquiera coloquial).

Sobre este tema de los portales dedicados al ajedrez se puede uno extender páginas y páginas. Para cerrar sólo agregaré que las dos traducciones que he hecho para la Revista mexicana de ajedrez (La Rema puesn) las tomé de www.chesspro.ru, sin violar derechos de autor pues contamos con autorización del Artur de marras, así que ¡compren y lean la Rema!

A manera de P.D. Consulten la página de www.chessbase.de en español: hay un artículo traducido por su servilleta del ruso, sobre el bodorrio de Krámnik con su media naranja (http://www.chessbase.com/espanola/newsdetail2.asp?id=4847)

jueves, 18 de enero de 2007

Kyrill

Acaba de pasar el huracán Kyrill ("Kiril" en ruso es Cirilo, pero no sé de qué idioma tomaron este "Kyrill"). No tocó directamente Bonn ni mucho menos, pero de todos modos se dejó sentir. El viento alcanzó en la tarde velocidades de entre 80 y 85 kilómetros por hora, con ráfagas de 110. Una vagoneta de la policía se ubicó en la esquina de la estrecha calle en la que vivimos y cerró el paso. Sólo podían circular quienes aquí viven y debían hacerlo con muchas precauciones, pues el viento arrancaba tejas de los techos.

Muchas veces en la Ciudad de México padecí las consecuencias de huracanes, en cualquiera de las costas de la república, pero todo se limitaba a harta lluvia, un cielo plomizo y creo que ya. Es la primera vez que me toca estar metido en medio de vientos tan violentos. Las ventanas vibraban como si alguien las sacudiera con desesperación por abrirlas y meterse en casa. De niño hubiera pensado ¡uy, que emocionante: un huracán!, pero ahora pensaba en lo fastidioso que sería si un vidrio se reventaba o si el tejado resultaba dañado. La edad nos vuelve aburridamente juiciosos (¿juiciosamente aburridos?)

Ahora el viento ha bajado a unos 60 kilómetros por hora y me andan dando ganas de echarme otro café con leche con, ahora sí, bastante azúcar.

Los torneos del primer sábado y la inflación del Elo

Marcos Kiesekamp, de quien ya he escrito en varias ocasiones, me invitó a ir con un grupo (o por lo menos con él) a jugar en alguno de los famosos torneos que cada mes se juegan en Budapest, capital húngara. Se llaman "First Saturday Chess Tournaments" porque empiezan precisamente el primer sábado de cada mes a las dos de la tarde. Los organiza el señor Nagy László y tiene varias categorías: un torneo para luchar por una norma de GM, otro por una norma de MI y otro por una norma de Maestro Fide.

Según me dijo Marcos, también los hay para obtener puntaje Elo. Este último es el que me sugirió jugar, y, según me explicó, se juega así: un grupo de aspirantes se enfrenta a un grupo de igual tamaño de poseedores de puntos Elo. El sistema es Scheveningen; cada uno de los aspirantes se enfrenta una vez con los detentadores de puntos Elo. Se rotan los rivales, en pocas palabras. Lo que me sacó de onda es lo que a continuación me dijo Marcos: "si obtienes un buen resultado ya tienes un buen rating Fide, y es relativamente fácil lograrlo, porque los que ya tienen rating no pierden puntos y no están motivados."
–Oye, pero eso está mal, ¿no? –pregunté en mi enternecedora inocencia–. ¿No es eso inflacionario?
–¡Claro, si Budapest es la mayor fuente de inflación Elo en el mundo! –respondió Marcos riendo.

Me propuso ir para los torneos de febrero. Nos ahorraríamos el hotel quedándonos en casa del cuate de un cuate, creo. Pero creo que no iré. Estoy medio tenso con el doctorado y no he estudiado ajedrez desde hace mucho; me limito a jugar con el equipaje viejo, por decirlo de alguna manera.

Interesante también la opinión de Marcos sobre la participación de Manuel León Hoyos en uno de estos torneos hace unos meses. Como jugaron en el mismo torneo dos chavos alemanes, Marcos siguió de cerca el torneo, pues es entrenador y estos jóvenes son potenciales rivales de algunos alumnos suyos. ¿O fue Marcos entrenador de uno de ellos? No recuerdo ya, pero el chiste es que Marcos siguió de cerca la actuación de estos dos alemanes y por eso ubicó inmediatamente a Manuel León. "¡Ah, sí! Oye, pero le fue mal; perdió con todos los alemanes..." fue su comentario.
– Pero antes en un abierto en Francia no le fue mal y le ganó creo que a un GM de más o menos 2550 – dije defendiendo a Manuel León.
– Ah... pero un round robin es muy diferente a un abierto. No debió jugar el torneo más fuerte de Budapest. ¿Qué edad tiene Manuel?
–Unos 17 ó 18, creo. Está chavo todavía.
–Jmm... No debió jugar el más fuerte –Marcos hablaba desde su posición de entrenador infantil.

Interesante opinión, ¿no?

Alguna vez me daré el gustazo de jugar en Budapest. Será ese Scheveningen de sapos (los que no tendremos Elo) contra decepcionados (los que sí tienen pero ya no les importa), pero será un placer jugar en Budapest. Y será en un verano, caluroso -pero no mucho- y soleado -pero tampoco mucho-. No creo que en mi vida tenga la oportunidad de jugar un round robin, fuera de alguno que otro torneo de pinpones (sic).

miércoles, 10 de enero de 2007

Las trampas de la modernidad y el ajedrez

el investigador Alejandro Nadal (creo que anda en el Colmex y no sé si en alguna otra institución), en sus artículos jornaleros "El último reno" (http://www.jornada.unam.mx/2006/05/10/034a1eco.php) e "India: entre el carbón y la opción nuclear" (http:///www.jornada.unam.mx/2006/12/27/index.php?section=opinion&article=021a1eco) toca un tema que en lo particular me parece muy interesante e incluso decisivo para entender la modernidad: el carácter finito de la riqueza y, consecuentemente, la imposibilidad de un enriquecimiento constante y sustentable.

Sin meternos a desmenuzar todo ese metadiscurso que es la modernidad, podemos mencionar una característica clave: la fe en la ciencia como sustituto de la fe en las verdades religiosas. La modernidad se fue desarrollando como respuesta a la preeminencia de la iglesia y logró su punto culminante con la revolución francesa, cuando el derecho divino a reinar de las casa reales fue desplazado por el derecho a gobernar emanado del pueblo mismo. La legitimidad no descansaba ya en el derecho presuntamente divino, sino en la presunta voluntad del pueblo, manifiesta presuntamente en una elección directa (obsérvese cómo todo es "presunto")

También en el campo del conocimiento se notó el desplazamiento de las verdades reveladas por la fe religiosa por parte de la fe en la ciencia: el conocimiento científico develaría gradualmente los misterios de la naturaleza hasta que el ser humano llegase a dominarla por completo. La ciencia se encargaría de descubrir qué es cierto y qué es falso. Claro, este conocimiento nos serviría para vivir mejor, pues viviríamos bajo el imperio de las leyes emanadas de un conocimiento verdadero y científico, no de las originadas en mitos y leyendas religiosas. La racionalidad vencería al pensamiento mágico-religioso; el conocimiento (que para serlo debe por fuerza ser científico) a la ignorancia.

Y aquí comienzan los problemas.

En un principio, en efecto, algunos habitantes de las potencias coloniales empezaron a vivir mucho mejor, pero no todos. No hay que olvidar que en el imperio británico que dominaba el comercio mundial en el siglo XIX había niños trabajando en las minas de carbón y que morían literalmente escupiendo pedazos de sus propios pulmones antes de cumplir 30 ó 35 años, si no es que antes. O que los territorios alemanes, antes y después de la unificación bajo la férula de Prusia y de Bismark y que se industrializó a ritmos impresionantes, exportaban pobres a Estados Unidos y a Sudamérica por millares. Pero fueron esas clases privilegiadas las que reforzaron la creencia de que se podría siempre vivir mejor. Todo era cosa de investigar, mediante la ciencia, cómo arrancarle más riquezas a la naturaleza y de hacerlo, mediante la tecnología. El acceso a las materias primas indispensables para ello se lograría mediante los métodos de siempre: colonialismo y/o comercio desigual (el mito del "lbre mercado")

Ahora leamos el primer artículo: un puñado de renos es llevado a una isla pequeña, sin depredadores naturales y llena de líquenes, el alimento principal de los renos. Éstos prosperan y se multiplican. ¿Va todo bien? No, ya van directo a la catástrofe, pues los renos de la isla, que parecerían vivir mejor que sus parientes de tierra firme (sujetos a cacería por parte del ser humano o por lobos, por ejemplo), parecen vivir de lujo: viven más tiempo que sus parientes de tierra firme, y además no enfrentan enemigos naturales, pues en la isla no hay lobos ni personas. Pero consumen más riqueza de la que la naturaleza pude regenerar. Años después, hay sobrepoblación y escazes de alimentos. Los animales ya muestran enfermedades. Al final, se agota por completo el alimento y el último reno, viejo, débil y artrítico, muere. Todos murieron.

En efecto, cuando se argumenta que un país, o una rama de la industria, debe modernizarse, en realidad se argumenta que ese país debe incrementar su producción de bienes de consumo o de servicios. Todo ello implica el consumo de riqueza, tanto en forma de materias primas como de energía. ¿China e India se modernizan? A temblar. Leamos el segundo artículo. Vaya consumo desenfrenado de riqueza (energía y materias primas), sobre todo en las regiones que marcan el paso en lo que consideramos "el vivir bien": Estados Unidos y Europa occidental. El consumo creciente que a la vez causa y es causado por una producción siempre en aumento, sustentada por un uso cada vez más intensivo de los recursos naturales, gracias a las nuevas posiblidades proporcionadas por la ciencia y su aplicación en forma de tecnología. Esto es el progreso, según el metadiscurso de la modernidad. Quien consume lo mismo que hace 10 años se ha estancado; no progresa. Quien consume menos ha involucionado o de plano se ha empobrecido. La gran promesa de la modernidad es lo contrario precisamente: vivir mejor-consumir más.

Una ingesta desenfrenada de calorías causa obesidad, lo que es considerado, actualmente, una enfermedad. Un consumo desmedido de energía y recursos naturales, como en las sociedades ricas, es considerado "un alto nivel de vida" o, a lo más, como un desperdicio. Lo verdaderamente trágico es que todos aspiramos a ese nivel de vida basado en el consumo desenfrenado y cada vez más intensivo de riqueza, que es el motivo subyacente en el "american way of life" de los años 50 del siglo pasado: cada hogar con un automóvil, un refrigerador y un televisor. ¿Suena parecido? Claro: Vicente Fox dijo que los indígenas chiapanecos quieren todos "tele, vocho y changarro". Sin embargo, el sueño del consumo estadounidense no es ahora el mismo: hay hogares con auto, refrigerador y televisión que sin embargo son considerados pobres. El nivel de consumo debe ser mucho más alto para poder condierar a un hogar por lo menos clasemediero. Los pobres aspiran a consumir más (y muchos sueñan con un consumo de derroche), y los no pobres, muchos de los cuales viven derrochando riqueza (consumiendo más de lo que correspondería en una repartición equitativa), jamás aceptan de buena gana consumir menos.

Otro punto de todo lo anterior, mencionado nomás de pasadita: la supuesta racionalidad del ser humano queda mal parada. En realidad, los deseos, las aspiraciones y las necesidades de corto plazo e incluso egoístas son más fuertes de lo que pensamos.

¿Y el ajedrez? esta identificacipon entre progreso-mejor nivel de vida-mayor consumo también se nota en el ajedrez. En las paginas de la revista alemana de ajedrez (http://www.zeitschriftschach.de), se ha desatado un debate en torno a la supuesta crisis del ajedrez profesional. Los grandes maestros Dautov, Wahls y Gustafsson se han dedicado al póquer de manera por lo menos semiprofesional. Incluso Wahls anunció su retiro del ajedrez y creó una escuela de póquer en internet. Y no son los únicos, ni en Alemania ni en el mundo.

En realidad, la figura de ajedrecista profesional nació en la URSS, y vivían bien no por los premios que ganaban, sino por las jugosas becas y apoyos del sistema soviético. Pero ahora resulta que los ajedrecistas quieren vivir como en los tiempos de la URSS pero sin sufrir las desventajas del sistema soviético. Larsen, uno de los pocos profesionales occidentales del ajedrez, no pasa una vejez muy tranquila que digamos. Najdorf hizo fortuna en el campo de los seguros, y Panno mejor se dedicó a su carrera de ingeniero. Rossolimo la hizo hasta de taxista, y vivía también de manera muy modesta. Chigorin vivía casi en la pobreza, y de hecho se lamentaba en sus últimos años del hecho de ser sólamente un jugador de ajedrez: Tarrasch era médico, por ejemplo. Otros, editores de libros. Ahora todos quieren ser profesionales en un mundo muy pequeño, y no alcanzan los líquenes para todos. Los de abajo quieren vivir como los de arriba, y los de arriba no sueltan nada.

¿Quién quiere ser ajedrecista profesional?. Paso. Qué bueno que soy un chapo.

lunes, 8 de enero de 2007

Fin de año y bla bla bla

Primero, fuimos a pasar navidad con la familia de Jeanne a Solothurn; luego, regresamos a Berlín para hacerla de anfitriones con mis dos hermanas y mi cuñado y en el ínterin se me arruinó la conexión a internet y así sigue: amolada. Total, hasta ahora, en Bonn, puedo de nuevo digerir/sacar cosas.

La oh sacrosanta familia puede ser bastante agotadora, ni qué decir. No estoy descubriendo el hilo negro ni el agua tibia, pero es que es cierto: la oh sacrosanta familia puede ser bastante agotadora. Sobre todo si uno ha olvidado los tics y manías de los integrantes de la oh sacrosanta familia: qué les gusta, qué no les gusta, cómo se llevan entre ellos; en fin, uno termina haciéndola de una cansina mezcla de equilibrista patas chuecas, guía de turistas improvsado, anfitrión incompetente y cuasiterapeuta ligeramente charlatanesco para que no haya pleitos ni malentendidos o, por lo menos suavizar los surgidos, asuntos todos todos ellos abundantes en la suculenta y dispareja historia (¿histeria?) de mi oh sacrosanta familia.

Luego de casi dos semanas de no dar golpe, tengo las pilas cargadas para terminar de un respiro unos asuntos enojosos de mi tesis doctoral, lo que no puede sino parecerme excelente y que admito como lo más importante y urgente. Tengo una serie de ideas para tal vez toda una serie de artículos que espero vender jugosamente al diario que me ha vuelto a publicar, una propuesta para ir a recibir una paliza de cortes legendarios a los torneos de ajedrez del primer domingo en Budapest en febrero y una sarta de artículos sobre mi tema de tesis para eventos potencialmente interesantes. O sea, trabajo para rato. Se me juntaron tantas cosas en la cabeza que iré sacándolas poco a poco en los próximas días.