domingo, 17 de diciembre de 2006

El vacío de la derrota, o un sapito saltando al ajedrez.

Pues bueno, señores, perdí la importante partida de hoy. Poco consuelo es saber que el equipo fue aplastado 2-6 y que una hipotética victoria mía hubiera únicamente suavizado la pepiniza que nos recetaron a un honorable 3-5, o que la perdí por tiempo. En lugar de alcanzar y rebasar al líder del torneo, contra quien precisamenten jugamos, nos hundimos en la anónima mediocridad de la media tabla (me encantan estas frases tan arquetípicamente rebuscadas y esquematizadas).

Fue la primera vez que juego con preparación casera. Ya en un correo anterior mencioné cómo Marcos Kiesekamp vino a mi casa a adiestrarme en las variantes Del Dragón y Svéshnikov de la defensa siciliana, y cómo tuvo incluso el excelente gesto de dejarme análisis suyos. He de decir algo. Es muy diferente jugar con preparación casera, casi dedicada al rival, a jugar las aperturas según recordamos de lo que hemos leído hace quién sabe cuánto tiempo. Me explico: antes yo me enteraba de las aperturas que empleaban mis rivales en cuanto jugaba con ellos. Sobre la marcha, en pocas palabras. Hoy en día, con las bases de datos, uno se concentra no para encontrar la mejor jugada, sino para recordar la secuencia, recordar la jugada concreta en turno o, en caso de emergencia, recordar por lo menos la idea. Antes, en cambio, era imposible prepararse. Ahora sabía que las posiblidades se cerraban en sólo dos personas: un vietnamita que juega la variante del Dragón o un alemán que juega la Svéshnikov, y desde apenas como año y medio. Antes jugaba la defensa Caro Kann con 4... Cd7. Todo esto lo sabemos gracias a las bases de datos.

Fue una sensación muy rara ir repitiendo sobre el tablero lo que habíamos visto Marcos y yo en mi casa, hace seis días. Pero más raro fue darme cuenta de que, apenas entrando a la variante secreta... se me olvidó la continuación. Yo recordaba que, según esto, tenía que evitar ...f5. Además, el momento psicológico fue muy interesante: el 11.g3 recomendado por Marcos me hizo jugar toda la partida con la idea de que estaba, si no ganado, sí al menos con ventaja casi decisiva, y en cada jugada buscaba un remate contundente. En realidad, ya mi jugada 14 (Cd5-e3) fue una imprecisión prevista por la teoría. Creí ganar calidad o por lo menos peón, pero si hubiera aceptado la supuesta ganancia de calidad (en realidad es un sacrificio temático), mi oponente hubiera obtenido un ataque peligrosísimo por las casillas blancas. La partida es complicada y el final aclimático: perdí, y por mucho, por tiempo, apenas en la jugada 35. En la jugada 27, cuando me quedaban menos de dos minutos (por unos cuatro de mi rival), mi oponente cometió un error que lo dejó perdido y me ofreció tablas. Las rehusé, pero perdí segundos preciosos en formular en alemán la frase. Inicié la secuencia ganadora pero por disparar en ráfaga las últimas jugadas pasé por alto la continuación que ponía fin a la partida. Cuando se cayó mi bandera, ya tenía ventaja el negro.

Este año, mi regreso al ajedrez después de cinco años de no jugar un solo torneo, perdí tres partidas. Dos por ellas por tiempo y en varias ocasiones he tenido que salvar apuros de 10 minutos para 25 jugadas. No puede ser. Hay que pensar más rápido. De pensar mejor ya ni hablo porque no soy ingenuo.

La partida:

Su servilleta (Manuel García, pues)-Leonard von Löhneysen (1992 de ráting alemán)
1. e4 c5; 2. Cf3 Cc6; 3. d4 cd4; 4. C:d4 Cf6; 5. Cc3 e5; 6. Cbd5 d6; 7. Ag5 a6; 8. Ca3 b5; 9. A:f6 gf6; 10. Cd5 f5; 11. g3 ... (diagrama) Se supone que esta jugada es la última moda contra la Svéshikov. La idea es simple: jugar sobre las casillas blancas sin que el alfil se interponga con la futura acción de las piezas mayores en las columnas centrales. De cualquier manera, la posición está llena de finezas y sutilezas. Pronto se me acabó la teoría y cometí un error que me pareció instructivo: creí estar ganado por el mero hecho de que el rival había "caído en la preparación", y me dediqué a buscar el golpe decisivo a cada jugada. 11. ... Ag7; 12. Ag2 0-0; 13. ef5 A:f5 14.Ce3?! ... Este es el famoso error. No puede ser que crea poder ganar calidad (si se retira el caballo de c6 cae la torre de a8) o un peón (después de 14 ... Ad7? sigue 15. D:d6) con tanta simpleza. Mi rival se clavó casi media hora, pero encontró la mejor respuesta. Cualquiera podrá ver que en las subsecuentes jugadas resultaba casi suicida aceptar el sacrifico de calidad: las negras tendrían un ataque directo contra el rey blanco y un dominio pleno de las casillas blancas y, por si fuera poco, hay variantes en las que se nota la debilidad del punto b2, en la mira del taimado alfil de g7. Por qué no jugué la natural y correcta 14. c3 es un misterio que me acompañará hasta el final de mis días (otra de esas frases de molde).

14. ... Ce7! 15. C:f5 C:f5; 16. Ae4 Cd4; 17. Ae4 d5! (diagrama) Y aquí me di cuenta de que la prevista retirada 18. Ag2 no gana el peón de d5, pues el caballo negro no está obligado a retirarse. Al contrario, las negras disponen del mazazo 18. ...b4! y quedan en posición prácticamente ganada.
Todo mi plan de juego hasta este momento ha sido erróneo. Me olvidé de ganar en cuestión de un par de jugadas y busqué la manera de asegurar alguna pequeña ventaja. Decidí jugar contra peones centrales pero doblados. 18. A:h7+ R:h7; 19. cd4 ed4; 20. Dd3+ Rg8; 21.0-0 Tc8 Es claro que es imposible progresar sin reubicar el caballo de a3. Las negras sólo pueden taponar las columnas usando sus peones centrales como puntos de apoyo, pero no alcanzan a ocuparlas. En realidad, la estructura central negra, pese a su resistencia, es muy poco flexible. Es en esta clase de posiciones en las que se demuestra la maestría (cuando se tiene, claro), y me deja un mal sabor de boca el hecho de que no acerté (Ergo: no hay maestría). Elegí la ruta más incómoda para mi caballo, y si después pude haber ganado fue por dos imprecisiones serias de mi rival. 22. Cc2?! ... Era mucho mejor 22. Cb1!, y el plan negro no prospera: 22. ...Tc4; 23. Cd2 Te8 Tfe1, y a las negras les falta un tiempo para afianzar su torre en e4. Un detalle a cuidar es que b3 permite siempre a la torre negra penetrar en c3. Hay variantes, sin embargo, en las que se puede cambiar en c3 y el peón de d5, ahora defendido por la dama, cae. 22. ...Tc4; 23. Ce1 Te8; 24. Cf3 Te4; 25. h4 ... Ganar la calidad con Ce2 apenas y puede considerarse. Los avanzados peones libres centrales le darían al negro un dominio pleno del tablero. Yo quería afianzar por lo menos el punto g5 para mi caballo y un hipotético plan Dd3-f3-f5. 25. ...De7; 26. Tac1 ... aprovechando el detalle ya mencionado: amenazo 27. b3 y 27. ...Tc3? falla por 28. T:c3 bc3 29. D:d5. 26. ...Ah6? Había jugadas mucho más tenaces. Incluso apoyar la torre con la dama mediante 26. ...Dc7 ó 26. ...Dc5 parece mejor, aunque las negras parecen encarar determinadas dificultades. Aquí ya estábamos ambos jugadores en un apuro de tiempo feroz. 27. Tc2 T:c2? Error que me claramente superior. Mi rival me ofreció tablas en este momento. Luego me dijo que estaba seguro de que yo aceptaría la oferta, pues me quedaban como 2 minutos para las últimas 13 jugadas. 28. D:c2 Te2? Y ahora quedo ganado, pero, como dicen los que saben de esto: ganado... ¡las vacas!. Las siguientes jugadas fueron pimponeadas. 29. Dc8+ Af8; 30. Dg4+ Ag7 (Diagrama) 31. C:d4?? ... Craso error. Ganaba 31. Tc1! y el rey negro está bajo fuego. Por ejemplo, 31. ...Df8 (para recibir 32. Tc8 con 32. ...Te8) falla por 32. Cg5, atacando la torre de e2 y amenazando Df5 ó Dh5. Tras la del texto las negras quedan tal vez mejor, pues fuerzan el cambio de damas. De cualquier manera, me quedaban, literalmente, dos segundos y de todos modos hubiera perdido por tiempo, incluso si tuviera piezas de ventaja. 31. ... Te4!; 32. Dc8+ De8 33. D:e8+ T:e8; 34. Td1 Te4; 35. Cb3 A:b2 y en cuanto mi rival presionó el reloj, se me cayó la bandera. 0-1

Y como dirían los del Monthy Python: And now for something completely different... me gustan los licuados. No hay nada más sabroso que un licuado con leche, canela y miel. De guayaba, de melón, de plátano y de plátano con melón, de fresa y de fresa con plátano, de papaya, de papaya con plátano también, de nuez o de avena, etcétera etcétera. Me gustan los licuados de manzana, pero preparados con yogur. O me gustaban en México, porque acá en Berlín me han salido unos licuados ácidos hasta decir basta, y eso que los preparo igualito que allá en mi rancho. ¿vacas malhumoradas? ¿manzanos regados con lluvia ácida? ¿se acerca el final de los tiempos? ¿usará por fin Bush sus neuronas o correrán salmones por los desiertos? Misterio. Además, me tocó una bolsa de manzanas embadurnadas de cera. Tanta cera tienen que hasta están entre resbalosas y grasientas. ¿A qué clase de animal se le ocurre encerar manzanas? ¿Nomás para que se vean relucientes y dizque más apetecibles? Si lo único que quiero en una simple manzana para masticarla (o licuarla), excretarla y ya. Que no mamen.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No mames güey que chapo eres...

Manuel "el ruso" García dijo...

¿Eres el Lobito del club México, el creador del gambito Lobo en la siciliana, con el que alguna vez le llegaste a ganar un pinpón al mismísimo Rafa Espinosa?

Pues sí, chapo soy y así he de morir; y los gusanos que me devorarán chapos se volverán, pero la divertida no me la quita nadie.

Anónimo dijo...

Si güey soy yo pero el pedo es que no nos diviertes con tus chapulinas partidas y con tus blunders de bulto. Pon unas partidas que tengan alto nivel.
Yo sigo ganando torneos aqui en la santa Maria la Ribera.
Saludos pues...