viernes, 15 de diciembre de 2006

Periodista

A pesar de que mis primeros empleos fueron de guionista de televisión, siempre me he considerado periodista. Me gusta la idea y más me gusta todavía el compromiso que he hecho con lo que identifico con el ser periodista.

No he trabajado mucho como periodista, sin embargo. Durante los últimos semestres de la carrera y en los años subsecuentes me dediqué, como ya dije, a hacer guiones de televisión; humorísticos para ser más explícito. A veces recibía honorarios, a veces no. Cuando recibes, es mucho; cuando no, nada. Ingresé a la televisión, según yo, mientras encontraba algo que me gustara en el ámbito del periodismo. Cuando me di cuenta ya llevaba cinco años haciendo chistes como mercenario. Abandoné de tajo la televisión y tuve la suerte de encontrar a los pocos meses un puesto en un diario. Eso fue allá a mediados de 1998. Estuve ahí dos años y regresé a la universidad, ahora por un posgrado de dos años. Cuando terminé, regresé al periodismo, pero sólo por cuatro meses: exactamente el tiempo que faltaba para el inicio de la beca que me tiene aquí, en Alemania. En realidad, no son tantos años como periodista los que acumulo, pero me gusta asumirme como periodista.

Tan así es, que hace poco regresé a ese maravilloso medio. El diario en el que trabajé cuatro meses me pidió un artículo sobre las revoluciones de colores en la antigua Unión Soviética, a finales de octubre. El tema me interesa y lo conozco, de manera que escribí un texto que me dejó más que satisfecho. Se publicó ya en México, hace un par de semanas. No puedo leerlo por internet porque la página es sólo para suscriptores, cosa que obviamente no soy. Se supone que el honorario viene en camino. Tal vez el sistema bancario internacional sea ágil y eficiente únicamente cuando los grandes buitres de la bolsa internacional sacan capitales inmensos de un lugar para especular en otro de un simple teclazo, y con nosotros, los hombres pequeños, sea lento y tortuoso. No sé; sólo sé que aún no recibo mis honorarios.

También redacté una nota sobre el enfrentamiento entre el campeón mundial de ajedrez, Vladímir Borísovich Kramnik, y uno de los programas computacionales más fuertes, Deep Fritz, que se jugó en Bonn. Además de la nota traduje los comentarios del gran maestro israelí Emil Sutovsky a la sexta y última partida (no fue plagio pues contamos con el permiso del titular de la página electrónica donde se publicaron: el portal de ajedrez ruso chesspro). Lo hice para la Revista Mexicana de Ajedrez. La página electrónica de la revista apenas está en construcción y no sé siquiera si recibieron mi texto a tiempo o si será publicado. Lo hice gratis, pues sé que no tienen medios para pagarlo. En fin, hasta el momento no he visto de mi trabajo ni el resultado final ni frutos pecuniarios, pero me gustó haberlo hecho.

Puedo ser exguionista, extraductor, exdesempleado, exestudiante, lo que sea. Pero experiodista no. Soy periodista.

Puta. Qué chingón.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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